jueves, 22 de octubre de 2009

LAS NAUSEAS Y EL EMBARAZO



El 90 por ciento de las embarazadas experimenta sensación constante de trasbocar, la cual aparece particularmente en las mañanas, por lo que se ha denominado la enfermedad matutina.

Bibiana Castillo, inexplicablemente, sintió fastidio por algunos alimentos, entre esos el aguacate, que tanto le gustaba. Cuando entraba a la casa y olía el desinfectante del piso, tenía ganas de vomitar y hasta le fastidiaba el olor de su marido al despertar a su lado en la mañana.

Ella estaba comenzando a sentir las náuseas características del embarazo. Dos semanas después se hizo la prueba y el resultado fue positivo. La sensación que sentía no era accidental; en su cuerpo estaban ocurriendo cambios importantes y el malestar que sentía era una reacción.

Con la gestación llegan los episodios de vómito, sin que se ponga en riesgo el estado de hidratación de la madre. Sin embargo, “en un grupo menor de embarazadas se hacen demasiado frecuentes, aparecen a destiempo, cada vez más intensamente y de manera súbita, convirtiéndose en un problema médico que requiere cuidado y buena alimentación”, asegura el ginecoobstetra Jimmy Castañeda.

¿Por qué se producen?

Según los especialistas, el alto nivel hormonal al comienzo del embarazo genera una acción placentaria que origina corticoides, hormonas y sustancias que están encaminadas a mantener el embarazo. El ginecoobstetra explica lo que ocurre cuando se elevan sus niveles en la sangre: “Se produce alteración de los centros bulbares que controlan los movimientos gástricos, disparando la sensación de náusea o la aparición del vómito”.

Además, las mujeres en embarazo evacuan más lentamente el tránsito intestinal, lo cual favorece la aparición de las náuseas. Otro cambio ocurre en el músculo liso que forma el útero porque se relaja para permitir su crecimiento y reduce el espacio de los demás órganos.

Los problemas emocionales también repercuten en el proceso de la gestación, ya que empeoran el vómito. “La percepción del embarazo es importante; no siempre la madre es consciente de lo que está sintiendo y puede experimentar frustración o decepción e, incluso, no aceptar su condición”, asegura Jimmy Castañeda.

También las enfermedades ajenas a la condición pueden afectar a la madre y generar molestias gástricas; es el caso de las infecciones urinarias o los problemas de gripa.

¿Será que es normal?

Estos síntomas son naturales en la primera parte del embarazo y tienen otro pico no tan fuerte en el séptimo y el octavo mes.

Pero en el caso de que no se presenten, también es normal, porque eso depende de las condiciones de salud que favorecen o empeoran el problema; por ejemplo, la tiroides, el azúcar y los embarazos múltiples.

Si la mujer tiene un problema gástrico o intestinal de base como la gastritis, el colon o el intestino irritable, es probable que tenga aumento de la sensación.

Cuando los vómitos son persistentes, sobre todo al final del embarazo, se tiene que descartar otro tipo de patología que debe ser evaluada por el médico. Si hay deshidratación urge acudir a consulta, porque pueden presentarse complicaciones.

Aunque las náuseas no afectan al bebé, sí disminuyen la calidad de vida durante el embarazo.

El vómito

Usualmente es matutino. Aunque se pueden presentar algunos casos especiales,
la mujer siente la necesidad de vomitar una o dos veces al día y estos episodios no pueden ir en incremento; al contrario, deben disminuir con los meses.

La sensación no se asocia con el dolor abdominal.

¿Qué hacer?

Para evitar la sensación de náuseas, tenga en cuenta:

Los alimentos no deben estar condimentados, ni tener olores fuertes. Además, debe suspender los aliños y disminuir la ingesta de líquidos.

Una ayuda adicional para calmar el trastorno es consumir carbohidratos en cantidades pequeñas y fraccionar la dieta, sin necesidad de comer menos.

También puede comer frecuentemente así haya vomitado, porque el estómago vacío aumenta la sensación.

Los alimentos salados como el maní, las habas y las galletas disminuyen la incidencia de vómito.

En la mañana se recomienda comer más sólidos que líquidos y evitar lo que le produzca irritación.

sábado, 3 de octubre de 2009

La edad ideal para ser madre



Las mujeres profesionales que se concentran en sus estudios y en su trabajo antes de dedicarse a la familia tienen, en todos lados, una preocupación en común: el reloj biológico. Es que hasta ahora siempre se creyó que la edad justa para convertirse en madre giraba entre los 20/25 años y que, a mayor edad, aumentaban los riesgos de complicaciones en el embarazo y de enfermedades genéticas.

Un estudio realizado por un investigador inglés acaba de poner todas estas creencias patas para arriba: sostiene que la edad ideal para la maternidad se extiende hasta los 34 años.

Al examinar la historia clínica de 3.000 mujeres que habían tenido por lo menos un hijo, el profesor John Mirowski y su equipo de investigadores descubrieron que los problemas de salud comienzan a disminuir a partir de los 22 años y alcanzan el nivel más bajo a los 34 años. Y que vuelven a aumentar después de esa edad.

"Una mujer que tuvo su primer hijo a los 34 años", sostuvo el profesor Mirowski, "es 14 años más joven, desde el punto de vista del estado de salud, que una mujer que trajo un hijo al mundo a los 18 años".

Esta sorprendente investigación acaba de ser publicada en el Journal of Health and Social Behaviour, una revista británica sobre salud y comportamiento social.

Su tesis, hay que decirlo, no convence a todos. Cecilia Pyper, profesora de ginecología de la Universidad de Oxford, subrayó que después de los 35 años las mujeres se vuelven menos fértiles: "Una mujer que tiene su primer hijo a los 34 años no tendrá un segundo hijo antes de los 37 o 38, edad en la cual es más difícil contraer un embarazo".

Según Cecilia Pyper, "se puede esperar hasta los 30 años para tener el primer hijo, pero es mejor no postergarlo más, de manera que si surgen problemas haya tiempo de recurrir a la fertilización artificial".

Melanie Every, vocero del Royal College for Midwifery (una organización profesional que nuclea a los obstetras británicos), cree que los resultados de la investigación dependen más de una mejor "salud" económica que de la edad ideal: "Las mujeres profesionales que postergan el momento de tener hijos tienen un ingreso más alto, un mejor nivel educativo, una dieta mejor y mejores condiciones de vida; en otras palabras, una mejor posición social y económica y, en este sentido, ser un poco más vieja puede ser una ventaja".

El autor del informe está sustancialmente de acuerdo con sus críticos: "Cuanto más espera una mujer para tener hijos, hasta un cierto punto es mejor. Obviamente, cuando el sistema reproductivo empieza a debilitarse, es riesgoso postergar la maternidad. Hay que encontrar un equilibrio, sopesar los diversos problemas".

El profesor Mirowski agrega: "De todos modos, mi investigación demuestra que, desde un punto de vista puramente físico, no hay que preocuparse por tener un hijo después de los 30 años. Y éste es el dato más importante. Las mujeres de 34 años no tienen motivos para alarmarse cuando quedan embarazadas. Los beneficios sociales y económicos de una postergación del parto para una edad más adulta compensan el proceso de envejecimiento".

Las estadísticas, por otra parte, confirman lo que dice el investigador, ya que la tendencia va en esa dirección. Una generación atrás, la edad promedio en la que las mujeres tenían su primer hijo, en Gran Bretaña, era 24 años; hoy es 29 años y sigue aumentando.

De cada 1.000 nacimientos, en 2003, por ejemplo, 96 fueron de madres de entre 25 y 29 años. La categoría de madres de entre 30 y 34 años está apenas un punto por debajo, con 95 de cada 1.000 nacimientos.

El diario británico Mirror publicó la opinión de Kate Cambridge, una "madre tipo" que trajo al mundo un varón cuando tenía 34 años (hoy tiene 35). "Desde el punto de vista físico —contó la mujer— todo anduvo muy bien, creo que también porque me tomé muy en serio el embarazo. Y, desde el punto de vista psicológico, fue mucho mejor. Mis amigas que habían tenido un hijo a los veintipico de años recuerdan lo difícil que les resultó renunciar a salir a la noche, beber, fumar, divertirse. A mí, en cambio, no me costó absolutamente nada".

EMBARAZO Y BEBE Headline Animator