sábado, 3 de octubre de 2009

La edad ideal para ser madre



Las mujeres profesionales que se concentran en sus estudios y en su trabajo antes de dedicarse a la familia tienen, en todos lados, una preocupación en común: el reloj biológico. Es que hasta ahora siempre se creyó que la edad justa para convertirse en madre giraba entre los 20/25 años y que, a mayor edad, aumentaban los riesgos de complicaciones en el embarazo y de enfermedades genéticas.

Un estudio realizado por un investigador inglés acaba de poner todas estas creencias patas para arriba: sostiene que la edad ideal para la maternidad se extiende hasta los 34 años.

Al examinar la historia clínica de 3.000 mujeres que habían tenido por lo menos un hijo, el profesor John Mirowski y su equipo de investigadores descubrieron que los problemas de salud comienzan a disminuir a partir de los 22 años y alcanzan el nivel más bajo a los 34 años. Y que vuelven a aumentar después de esa edad.

"Una mujer que tuvo su primer hijo a los 34 años", sostuvo el profesor Mirowski, "es 14 años más joven, desde el punto de vista del estado de salud, que una mujer que trajo un hijo al mundo a los 18 años".

Esta sorprendente investigación acaba de ser publicada en el Journal of Health and Social Behaviour, una revista británica sobre salud y comportamiento social.

Su tesis, hay que decirlo, no convence a todos. Cecilia Pyper, profesora de ginecología de la Universidad de Oxford, subrayó que después de los 35 años las mujeres se vuelven menos fértiles: "Una mujer que tiene su primer hijo a los 34 años no tendrá un segundo hijo antes de los 37 o 38, edad en la cual es más difícil contraer un embarazo".

Según Cecilia Pyper, "se puede esperar hasta los 30 años para tener el primer hijo, pero es mejor no postergarlo más, de manera que si surgen problemas haya tiempo de recurrir a la fertilización artificial".

Melanie Every, vocero del Royal College for Midwifery (una organización profesional que nuclea a los obstetras británicos), cree que los resultados de la investigación dependen más de una mejor "salud" económica que de la edad ideal: "Las mujeres profesionales que postergan el momento de tener hijos tienen un ingreso más alto, un mejor nivel educativo, una dieta mejor y mejores condiciones de vida; en otras palabras, una mejor posición social y económica y, en este sentido, ser un poco más vieja puede ser una ventaja".

El autor del informe está sustancialmente de acuerdo con sus críticos: "Cuanto más espera una mujer para tener hijos, hasta un cierto punto es mejor. Obviamente, cuando el sistema reproductivo empieza a debilitarse, es riesgoso postergar la maternidad. Hay que encontrar un equilibrio, sopesar los diversos problemas".

El profesor Mirowski agrega: "De todos modos, mi investigación demuestra que, desde un punto de vista puramente físico, no hay que preocuparse por tener un hijo después de los 30 años. Y éste es el dato más importante. Las mujeres de 34 años no tienen motivos para alarmarse cuando quedan embarazadas. Los beneficios sociales y económicos de una postergación del parto para una edad más adulta compensan el proceso de envejecimiento".

Las estadísticas, por otra parte, confirman lo que dice el investigador, ya que la tendencia va en esa dirección. Una generación atrás, la edad promedio en la que las mujeres tenían su primer hijo, en Gran Bretaña, era 24 años; hoy es 29 años y sigue aumentando.

De cada 1.000 nacimientos, en 2003, por ejemplo, 96 fueron de madres de entre 25 y 29 años. La categoría de madres de entre 30 y 34 años está apenas un punto por debajo, con 95 de cada 1.000 nacimientos.

El diario británico Mirror publicó la opinión de Kate Cambridge, una "madre tipo" que trajo al mundo un varón cuando tenía 34 años (hoy tiene 35). "Desde el punto de vista físico —contó la mujer— todo anduvo muy bien, creo que también porque me tomé muy en serio el embarazo. Y, desde el punto de vista psicológico, fue mucho mejor. Mis amigas que habían tenido un hijo a los veintipico de años recuerdan lo difícil que les resultó renunciar a salir a la noche, beber, fumar, divertirse. A mí, en cambio, no me costó absolutamente nada".

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