lunes, 30 de marzo de 2009

Parto en agua, Parte I



El parto en agua no es una forma sugerida para dar a luz, sino una alternativa más que tiene la mujer. Las mujeres de este siglo deben considerar que parir es un proceso fisiológico y no patológico, ya que nuestra constitución física está diseñada para poder dar a luz por vía vaginal y no mediante un método quirúrgico como es la cesárea.

La cesárea es uno de los métodos, que gracias a los avances de la ciencia médica, ayuda a evitar problemas en la salud tanto de la madre como del niño, cuando en forma natural el proceso del nacimiento no evoluciona adecuadamente y presenta problemas irremediables que ponen en peligro su vida o su salud. Pero esto no significa que un bebé solamente pueda nacer por vía natural cuando todas las circunstancias no son ideales, pues existen muchas maniobras que no perjudican ni a la madre ni al niño y pueden ser utilizadas por médicos bien preparados y experimentados.

El Parto en agua no significa que el bebé necesariamente tenga que nacer dentro del agua, esto dependerá de lo que la madre prefiera en el momento que va a nacer su bebé y de las circunstancias que se presenten, pero el avance del proceso de parto es mucho más confortable y rápido.

El parto en agua ayuda a la madre durante la labor de parto en los siguientes aspectos:

Favorece la dilatación tanto del cérvix (cuello del útero) como de la vulva y acorta el tiempo de trabajo y el esfuerzo.

Disminuye en un 98% la necesidad de realizar episiotomía, debido a la mayor relajación de la vulva.

Inhibe la secreción de adrenalina y catecolaminas (hormonas que inhiben el avance de la dilatación y el proceso en general) debido a la mayor relajación de la madre.

Favorece la relajación de la madre, debido a la pérdida de sensación de gravedad y a la temperatura del agua.

Incrementa la secreción de endorfinas (hormonas inhibidoras del dolor), debido a la mayor relajación de la madre, lo que complementa el proceso de manera natural.

Disminuye la hipertensión arterial después de 10 a 15 minutos bajo el agua.

La relajación física favorece la relajación mental de la madre, lo que se convierte en círculo virtuoso y ayuda a la madre a relajarse más y como consecuencia se acelera el trabajo de parto.

La facilidad para cambiar de posición dentro del agua evita que la madre se canse rápidamente y el movimiento ayuda a que el bebé se acomode.

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