miércoles, 6 de mayo de 2009

EL REFLUJO EN BEBÉS, PARTE 2



SINTOMAS DE REFLUJO

El vómito no es el único indicador de reflujo. Muchos chiquitos son víctimas de reflujo y ni siquiera manifiestan regurgitaciones; esto no está asociado con el grado de reflujo que puede tener.

Existe una serie de síntomas asociados que nos hacen sospechar su presencia. Es sumamente importante detectar en forma precoz cuándo un niño tiene reflujo gastroesofágico, para actuar rápidamente y evitar las consecuencias irreversibles que ocasiona. El estómago tiene un revestimiento que lo protege de los ácidos que contiene, pero el esófago no tiene ninguna protección, y por este motivo el reflujo -que generalmente es ácido- puede llegar a causarle serias lesiones.

Cabe resaltar que en niños de hasta 6 meses de vida es posible tratar el reflujo simplemente modificando la frecuencia de la dieta o a través de cambios posturales.

No hace falta que el chico vomite o tenga regurgitaciones, es suficiente que el jugo gástrico llegue hasta el esófago para desencadenar los síntomas descriptos.

Algunos de los bebés que padecen reflujo pueden presentar apneas, es decir que por momentos ven interrumpida su respiración. En estos casos se debe hacer un seguimiento muy intensivo del paciente, ya que la apnea puede ser considerada como un factor predisponente de la Muerte Súbita.

Los factores que pueden provocar apnea son muchísimos y generalmente muy difíciles de diagnosticar, siendo el reflujo gastroesofágico una de la pocas variables que se pueden evaluar en los niños que tienen apnea.

¿Cómo se diagnostica?


El reflujo es una alteración funcional. Lo primero que se debe descartar entonces es que el niño no tenga una alteración anatómica, para la cual se debe analizar la integridad anatómica del esófago, de la "válvula" y del estómago.

Para llegar a un diagnóstico se puede efectuar un estudio radiológico (seria radiológico de transito esofagogastroduodenal), y es necesario que el pequeño ingiera una sustancia de contraste a través de un biberón para lograr una correcta visualización.

También se puede hacer una pHmetria monitoreada de 24 horas, que consiste en la introducción de una sonda a través del esófago. Este estudio no sólo mide el grado de acidez o alcalinidad del reflujo, sino también la frecuencia, la duración y la intensidad de los episodios, determinando si el reflujo es o no patológico.

En aquellos niños que presentan apneas, generalmente se realiza al mismo tiempo que la phmetría una polisomnografía, que consiste en una especie de electroencefalograma que mide también el ritmo respiratorio. La realización conjunta de ambos estudios (que se hacen durante el sueño) nos permite hacer una correlación entre la apnea y un eventual reflujo, observando cómo reacciona el electroencefalograma en el momento en que la pHmetría manifiesta un episodio de reflujo.

¿Cómo pueden sospechar los padres que el bebe tiene reflujo?
* Cuando el ácido sube por el esófago le produce una desagradable sensación de quemazón, que habitualmente se traduce en su rostro.

* Fabrica mucha saliva, para neutralizar el ácido que está en el esófago.

* Cuando está durmiendo se despierta irritado sin causa aparente.

* Rechaza el alimento (asocia el acto de comer con la posterior sensación de reflujo que esto le provoca).

* Suelen tener bronco espasmo reflejo (ese ácido despierta un reflejo a nivel pulmonar que produce el cierre de los bronquios, provocando patologías respiratorias, así como anginas, otitis, sinusitis).

* Frecuentes dolores abdominales.

* Rumiación: da la sensación de que el chico "traga en seco". Este es un síntoma que debe ser corroborado por el pediatra, ya que muchas veces pasa inadvertido para los padres.

* Mal aliento.

* Alteraciones de conducta.

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